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Huevos de las aves, características y estructura, curiosidades

Huevos de las aves

Las aves son un conjunto de vertebrados muy diversificado y extendido en todas las regiones del mundo. Son animales ovíparos lo que indica que se reproducen mediante la producción de huevos. Los huevos de las aves, al igual que el de vertebrados como los reptiles y determinados mamíferos, son amnióticos, con un gran contenido de vitelo y con una cubierta calcárea muy dura y resistente.

Todas las especies de aves dependen de los huevos para su reproducción, la incubación de los mismos es externa, por uno o ambos padres. Dependiendo del tipo de huevo y de la especie de ave, las crías pueden ser activas después del nacimiento y son llamados polluelos precoces. También pueden estar desnudos e indefensos por varias semanas, siendo conocidos como polluelos altriciales.

Los huevos amniotas suponen una ventaja adaptativa en estos grupos de vertebrados, ya que se independizaron del medio acuático, para poder utilizar una amplia gama de ambientes, mientras que grupos como los anfibios están ligados permanentemente al agua para poder reproducirse.

Los huevos de las aves tienen características de forma, tamaño y coloración muy variables. La dureza de las cáscaras son dependientes de cada especie y de los sitios de anidación. A pesar de esto, la función de los huevos y de todas sus partes, es la de proteger al embrión en desarrollo de las condiciones externas. Además, contienen los requerimientos necesarios para la nutrición del embrión hasta que esté listo para eclosionar.

¿Cómo se forman los huevos de las aves?

Los huevos de las aves comienzan su formación después del acto reproductivo. En aquellas aves que se reproducen por temporada, los machos suelen tener testículos muy pequeños, del tamaño de un grano de judía, durante la mayor parte del año. Cuando inicia la temporada reproductiva, los testículos aumentan de tamaño para iniciar con la producción de esperma que es almacenado en la vesícula seminal.

Esta última también aumenta considerablemente de tamaño durante la época reproductiva. La cópula con las hembras generalmente ocurre por aposición de las cloacas, cuando el macho se posa en el dorso de las hembras. Por otro lado, las hembras de la mayoría de las especies de aves suelen desarrollar solo el ovario y oviducto izquierdo, mientras que el derecho degenera o es vestigial.

Tras la cópula, los espermatozoides viajan hasta la primera porción del oviducto para fertilizar los óvulos liberados del ovario. Dicha región, denominada infundíbulo, es la porción más desarrollada del oviducto y tiene una característica forma de cono, que rodea al ovario en la zona donde se encuentran los folículos de huevos maduros. En el infundíbulo, también se agrega la membrana perivitelina al huevo.

Formación de las membranas

Los huevos de las aves fecundados viajan a través del resto del oviducto que conduce hasta la cloaca. A medida que el huevo desciende a través del oviducto, se les va añadiendo la albúmina o clara de huevo, la cual procede de glándulas especiales que se encuentran en las paredes del oviducto. Estas glándulas se encuentran en una porción relativamente larga conocida como mágnum. Adicionalmente, la albúmina solo es liberada cuando el huevo transita por esta zona del oviducto.

En la porción terminal del oviducto o itsmus se encuentra una región especializada donde se agrega la cáscara al huevo. Esta zona es denominada glándula de la cáscara y en ella también se agrega un alto contenido de agua al huevo. Es en esta zona donde ocurre la calcificación del huevo. De esta manera, se van añadiendo cada una de las capas que conforman la cáscara, iniciando por la más interna o membrana de la cáscara, siguiendo la capa mamilar donde inicia la mineralización, la capa de empalizada y finalmente la cutícula.

En esta porción del oviducto es donde el huevo pasa la mayor cantidad de tiempo, debido a que el proceso de mineralización y el metabolismo del calcio para la formación de la cáscara comprende varias horas. El oviducto finaliza en una abertura que se comunica con el recto y seguidamente con la cloaca, a través de la cual salen al exterior.

A lo largo de todo el oviducto podemos encontrar fibras musculares, que ayudan en el movimiento de los huevos de las aves desde la zona de fertilización hasta la cloaca. Estas fibras musculares son más abundantes en la porción terminal del oviducto. Toda la actividad del oviducto está relacionada de manera precisa con la acción de hormonas como las prostaglandinas.

Características de los huevos de las aves y sus partes

En su mayoría, los huevos de las aves tienen una forma ovoide o semicircular y, siempre, uno de los dos extremos es más circular y el otro más estrecho u agudo. Esta surge como resultado del empuje del mismo a través del oviducto, lo que indica que el huevo toma esta estructura ovoide cuando aún no está completamente calcificado y endurecido.

Los pigmentos típicos que existen en algunas especies de aves también son agregados en la porción final del oviducto, por glándulas especiales que segregan dichos pigmentos. Los huevos teñidos con pigmentos o con manchas son más difíciles de ubicar en la naturaleza, por lo que esto corresponde a una estrategia antidepredatoria.

Los huevos de las aves son del tipo telolecito, lo que indica que el vitelo se concentra en uno de los polos. Además, son polilecitos, lo que supone un alto contenido de vitelo como observamos en los huevos de las gallinas. El vitelo es mantenido en su lugar gracias a la presencia de las chalazas, un par de ligamentos proteicos elásticos que mantienen la yema en medio de la clara y se originan a partir del albumen.

Típicamente, los huevos de las aves están estructurados en tres grandes partes: la cáscara que se corresponde con la porción más externa y endurecida del huevo, el albumen o clara y la yema o vitelo. Además, el huevo posee un conjunto de membranas extraembrionarias que protegen al embrión en formación y tienen una gran participación en su desarrollo.

Membranas extraembrionarias

El amnios es la membrana que rodea al embrión y los protege de la deshidratación. Además de englobar el embrión, también encierra el líquido amniótico donde este flota, y luego al feto en desarrollo. La aparición del amnios permitió la independencia del desarrollo de los vertebrados del medio acuático, siendo esta una clara adaptación que contrasta con los huevos de peces y anfibios. El amnios y el líquido amniótico protegen al embrión de los movimientos bruscos e interviene en el mantenimiento de la temperatura del embrión cuando es empollado.

Otra de las membranas extraembrionarias es el alantoides. Esta membrana se origina del tubo digestivo y se sitúa por debajo del saco vitelino. El alantoides tiene dos funciones muy importantes durante el desarrollo del embrión, participar en el proceso de respiración como reservorio de oxígeno que es transmitido al embrión. Asimismo, funciona como centro de almacenamiento del dióxido de carbono. Además, es el principal depósito de los desechos nitrogenados del metabolismo del embrión.

La membrana vitelina o saco vitelino, dentro de los huevos de las aves, es una estructura que contiene todos los nutrientes necesarios para el desarrollo del embrión, siendo básicamente un lugar de almacenamiento de alimento. Este saco se conecta al intestino del polluelo mediante un cordón o pedículo vitelino a través del cual pasan las sustancias de reserva. La membrana vitelina mantiene separado el albumen de las sustancias alimenticias. El albumen, compuesto principalmente de albúmina, cumple una función de protección del embrión, así como de proveer nutrientes adicionales al mismo durante su desarrollo.

El corion es la envoltura más externa que recubre al embrión y se encuentra justo por debajo de la cáscara. Es una membrana muy resistente, pero además permite el intercambio de gases entre interior del huevo y medio ambiente.

Cáscara

La cáscara es la región más externa de los huevos de las aves. Está compuesta por agua, proteínas y principalmente por minerales como el carbonato de calcio. La cáscara de los huevos de las aves consta de cuatro capas bien diferenciadas:

Membrana: es la capa más interna y está compuesta por fibras de proteínas y mucopolisacáridos.

Capa mamilar: compuesta por mamilas a partir de las cuales comienza la mineralización del huevo. En esta zona existe una gran reserva de calcio, la cual está disponible para el embrión durante su segunda fase de desarrollo.

Capa de empalizada: constituye la capa más gruesa de la cáscara del huevo. Dicha capa se encuentra constituida mayoritariamente de cristales de carbonato de calcio, que varían su arreglo en varias subzonas dentro de esta capa. Por otra parte, presenta un número variable de poros que permiten el intercambio de gases con el exterior. Asimismo, presenta algunas proteínas, polisacáridos y lípidos.

Cutícula: compuesta principalmente por glicoproteínas. En esta capa se encuentra los compuestos responsables de la pigmentación de los huevos. Una de sus funciones es proteger a los huevos de las aves de la acción bacteriana. No obstante, la función principal es la de evitar que el huevo pierda cantidades excesivas de agua necesaria para el desarrollo del feto.

Curiosidades de los huevos de las aves

Una de las curiosidades de los huevos es su proceso de desarrollo. Una vez son fertilizados en el oviducto, el embrión comienza a desarrollarse lentamente a medida que baja por el mismo. Sin embargo, el desarrollo se detiene en la porción terminal del oviducto y se reactiva luego de la puesta, cuando la madre empolla al huevo y alcanza una temperatura óptima.

Otra curiosidad es que los huevos de las aves, como en el caso de las aves de granja, suelen formarse incluso cuando no han sido fertilizados por el macho. Esta característica ha sido aprovechada por el hombre, pues los huevos constituyen un alimento muy nutritivo. Prácticamente, todos los huevos de aves pueden ser consumidos, ya que todos tienen los mismos componentes, a pesar de que algunos tengan un mayor contenido de sustancias alimenticias que otros.

El tamaño, la forma y coloración de los huevos de las aves es muy variable. Podemos encontrar huevos como los de avestruz que miden cerca de 25 centímetros y pueden pesar hasta dos kilogramos, hasta huevos tan pequeños como los de un colibrí que no alcanzan a medir un centímetro y pesan menos de un gramo.

Referencias

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  3. Lajusticia, A. C. B. (2002). Formación del huevo. CONSEJO ASESOR DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS DEL HUEVO, 45.
  4. VILLAGRÁN SANTACRUZ, M. (2013). El huevo amniota y la evolución de los vertebrados. Ciencias, (007).

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